martes, 10 de marzo de 2009

Garlochi o Garlochí pero en Sevilla.




Garlochi es Garlochí y significa “Corazón” en el caló gitano, esto lo supe apenas y aunque es lugar común, cabe decir que el Garlochi está en el corazón de Sevilla, tan adentro que muchos de los mismos sevillanos no lo conocen y quienes lo conocen se sorprendieron de que hayamos ido a parar allí.

Apenas el primer día, las ansias por conocer estaban a plenitud y el cansancio aparecería sólo después, al salir del Hotel para esta primera incursión por las calles de Sevilla, María Elena alcanzó a decir “Me les puedo pegar”, la Hipócrita y yo aceptamos y nos lanzamos los tres al recorrido.

Ojos abiertos, oídos atentos, pies presurosos, nos llevaron directamente al centro de la ciudad, pasamos las avenidas y nos adentramos en calles y callejones, transitamos las más agitadas, las de las tiendas y boutiques, salíamos y entrábamos por unas y por otras y aunque la Hipócrita trató de trazar un recorrido por un mapa que nos facilitaron en el Hotel, la verdad es que éste no fue muy exacto.

“En este establecimiento se permite fumar” decía el letrero en la puerta, un lugar pequeño que ni por tamaño, ni por su apariencia llamaba demasiado la atención, menos aún por su ubicación en la confluencia de tres calles a su vez pequeñas y lejos de los grandes almacenes.

Con la invitación a fumar y las ganas de ver todo, nos introdujimos al lugar, semioscuro, más pequeño de lo que parecía por fuera pero sorprendente desde la primera vista. Muros poblados con imágenes religiosas, vírgenes, santos, niños Dios, altares, reproducciones, oraciones, penumbra propia de una iglesia que contrastaba con la música si no a todo volumen si al punto de poder ser cantada con ímpetu tal como lo hacían los miembros de una familia que a su manera le rendían homenaje a la recién fallecida, apenas dos días antes, Rocío Jurado.




Un recorrido visual era obligado, entonces se descubrían las vírgenes, por un lado la de Triana, por otro la Macarena, Patronas de la ciudad y claro ángeles, arcángeles y querubines de muy distintas tareas y procedencias. Fotos de algunos personajes sevillanos o españoles que por allí han pasado y la barra con los vinos que ofrece la casa.

Agüita de Sevilla o Sangre de Cristo fueron las bebidas sugeridas, claro había que probar y optamos por la de Sevilla, un poco de todo, vino tinto, vodka, whisky y jugo de piña en una copa alta, tomamos el servicio y tomamos lugar a sólo dos mesas de la familia parroquiana que sin inmutarse siguió cantando y bailando a la Jurado, vaya acercamiento de golpe con la cultura andaluza, como si se tratara de una cantina mexicana cantando a grito pelado a José Alfredo, así tres mujeres adultas de pie y bailando, dos niños siguiendo los pasos de las mayores y un hombre sentado que no perdía de vista nada, así se nos presentó la realidad andaluza, no la histórica, la cotidiana.

Breve estancia pero sustanciosa, no faltó la visita al baño que no desmerece con el lugar, también hay imágenes de santos sobre el lavabo, tampoco faltó la escueta conversación con el barman ni las fotos de todo turista, que se dice mucho de los japoneses pero todos llevamos cámara o no?.



Escrito en el 2008 aunque el viaje fue en el 2007.

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